miércoles, 12 de diciembre de 2012

Caso Marita Verón: los jueces decidieron absolver a los 13 acusados


María de los Ángeles Verón tenía 23 años cuando fue secuestrada el 3 de abril de 2002 camino a una consulta ginecológica cerca de su casa, en la provincia de Tucumán. Hasta el día de hoy, la joven permanece desaparecida. Según algunos testigos, fue obligada a ejercer la prostitución. Su madre Susana Trimarco, desesperada por encontrarla, comenzó a recorrer varios prostíbulos, haciéndose pasar por prostituta.

La mujer debió soportar amenazas y que le dieran pistas falsas para desorientar su búsqueda. Sin embargo, continúo su lucha y en 2007 creó la Fundación María de los Ángeles con el fin de rescatar a chicas secuestradas, logrando liberar a más de 600 mujeres.

El juicio por el caso, en el que participaron más de 150 testigos, comenzó el pasado 8 de febrero de 2012, y tiene como acusados a trece personas, siete hombres y seis mujeres, vinculados al secuestro y la promoción de la prostitución.

Luego de casi un año, y tras una gran expectativa que se había generado entre los ciudadanos por conocer el resultado, ayer los jueces Alberto César Piedrabuena, Emilio Andrés Herrera Molina y Eduardo Antonio Romero Lascano decidieron absolver a los 13 acusados ya que consideraron "insuficientes" las pruebas.

Tras la decisión de la Cámara Penal de Tucumán, todo el arco político se expresó en contra de las absoluciones, afirmando, en líneas generales, que los jueces son "cómplices de una red mafiosa en Tucumán". Por su parte, la presidente Cristina Fernández de Kirchner, quien el domingo le había entregado a Trimarco el premio por los Derechos Humanos Azucena Villaflor, se comunicó con ella para brindarle un mensaje de apoyo.

Hoy en varios puntos del país se realizarán manifestaciones en rechazo a la decisión de los jueces. Cuando suceden este tipo de situaciones, es impotante que cada uno desde su lugar deje su mensaje para que, de una vez por todas, la Justicia sea justa e incorruptible.



"Los corruptos pecan más grave e insolentemente que los ladrones, porque éstos hurtan con miedo, y estos otros delinquen confiada y seguramente. El ladrón teme el látigo con que la ley lo amenaza; éstos, por malo que sea lo que hacen, quieren que se tenga y guarde por ley. La Ley en fin, suele acobardar al ladrón para que no se atreva a lo prohibido, pero los malos gobernantes atraen las propias leyes al ilícito aprovechamiento a que los lleva su mailicia y codicia", Juan de Solórzano Pereyra, Política indiana, 1647.