miércoles, 16 de marzo de 2011

La inspiración

¡Qué horrible sensación es sentirse desganado! Cuando uno ya tiene una carrera terminada y ya se encuentra haciendo la tesis, lo único que pretende es obtener un empleo de lo que estudió. Cientos de currículums enviados y sin ninguna respuesta. Algunos llamados para entrevistas, pero sin resultados. La desilusión que tengo es tan grande y grave que decidí bajar los brazos y continuar en el trabajo en el que estoy sólo por comodidad y por saber que a fin de mes voy a contar con ese dinero que me permite salir con mis amigos, con mi novia, comprarme pilcha y hasta ahorrar para futuras vacaciones.
La decepción por no encontrar un trabajo en una revista, un diario o una radio me llevó hasta dejar de hacer algo que realmente me gustaba. Cuando tenía 17 años y estaba por empezar a estudiar periodismo, mis conocidos me preguntaban por qué había elegido esta carrera. Simplemente les contestaba: "Me encanta escribir". Y cada vez que me sentaba a redactar una nota para alguna materia, me daba cuenta de que había elegido la profesión ideal para mí. Sin embargo, cuando terminé la cursada, el estudio para los finales que adeudaba, la preparación de la tesis y las nombradas desilusiones, hicieron que me olvidara de la escritura y, como consecuencia, de este blog.
Esta tarde estuve hablando con Martín, un muy amigo mío, y le comenté mi situación. En ese momento me preguntó si contaba con un blog. Le contesté que sí, pero al que tenía muy abandonado (la última entrada que publiqué fue a mediados de mayo de 2010). Él, sorprendido por lo que le comenté, me cuestionó el motivo por el cual había dejado de hacerlo, siendo esta la forma de mantener latente la práctica de la escritura y la manera de hacerme conocer ante otros periodistas de la comunidad. Le dije que no sabía de qué escribir y sentía temor de publicar algo que no sea interesante para los demás. Es increíble hasta qué punto llegó mi frustación, que me impidió a hacer algo que siempre me apasionó. Recibí una pequeña cagada a pedos.
El reloj marcó las 18 y ambos tuvimos que abandonar la conversación ya que debíamos retirarnos de nuestro trabajo. En el camino hacia mi casa, no paré de pensar un segundo en lo que había hablado con mi amigo y sobré qué tema podría escribir la próxima vez que lo decidiera a hacer. Es por eso que ahora, luego de varios meses, vuelvo a llenar de palabras una hoja en blanco. Agradezco enteramente a Martín por devolverme la motivación de redactar una nota. Por otra parte, una persona a la cual quiero mucho me dijo que "en la vida, uno no tiene que preocuparse cuando no le salen las cosas como uno quisiera, si no que debe ocuparse". Estas líneas también están dedicadas a ella.