domingo, 18 de octubre de 2009

El verdadero encanto de un gimnasio de boxeo

Néstor Ferrairo tiene 70 años, pero realmente no lo parece. “Todos mis conocidos me dicen que parezco más joven. Me mantengo así gracias a que practiqué deportes todo mi vida”, afirma, entre risas. Y vaya si no será verdad lo que dice. Jugó al fútbol, básquet, corrió en maratones y desde 1984 entrena ciclismo. Sin embargo, él hizo historia en el deporte que más le gusta: el boxeo.
Nació en el pueblo Carlos María Naón y conoció el boxeo a los 5 años, gracias al pugilista local Pedro Damín, quien era muy allegado a su padre. Empezó a entrenar desde muy chico en su ciudad natal y tuvo su primera pelea a los 17 años en un festival en el club Libertad 9 de Julio. En su vida disputó 84 combates, de los cuales ganó 74, empató 7 y perdió solamente en 3 ocasiones. Su entrenador durante su campaña boxística fue Manuel Tejeiro. Éste último era, además, enfermero y solamente podía entrenarlo recién por la noche, cuando se retiraba de su trabajo. Al mismo tiempo, otros compañeros de la secundaria de Ferrairo se interesaron por el deporte y él mismo les empezó a enseñar en un galpón muy grande de la zona, ubicado en la avenida Vedia y San Luis. Así fue cómo se creó la “Escuela de Boxeo Manuel Tejeiro”, nombrada así en homenaje a su maestro de toda la vida.
A los pocos años se dejó de utilizar ese galpón por un inconveniente con la Municipalidad, y allí comenzó toda una serie de cambios de espacios hasta que Ferrairo propuso que se entrenara en su propio hogar. Las bolsas se habían colgado en el garaje y el ring estaba armado en el patio de su casa, debajo de una parra. Además, en el quincho había dos bicicletas fijas y algunas colchonetas para que los chicos pudieran hacer la parte física. “Cuando se enfermó su mamá, nos tuvimos que ir de ahí ya que los golpes de las bolsas y todo el ruido retumbaba dentro de la casa. El gimnasio permaneció cerrado por varios meses, hasta que una amiga mía del consultorio de Los Empleados de Comercio me consiguió una fábrica abandonada, en donde pedí una parte y me la dieron sin ningún problema. Es ahí en donde estamos en la actualidad, pero si algún día viene alguien pidiendo la fábrica, estamos otra vez en la calle”, expresó Noemí Tinetti, neuróloga de la Federación Argentina de Box y presidente de la Comisión Municipal de Boxeo de la ciudad de 9 de Julio.
Lo que tiene de mágico este gimnasio de boxeo es que se les abren las puertas a todos los que quieran entrenarse. “Hay chicos que han estado presos, que anduvieron por las drogas y hasta profesionales de todo tipo. Entrenan incluso dos chicos que presentan problemas mentales. Ninguno es excluido ni mirado distinto. Ahí todos son iguales e importantes. Existen en muy pocos ámbitos una cosa así. Esa es una de las características de Néstor”, explicó Tinetti.
“Esta es la posibilidad real de ver gente que se va recuperando en la pertenencia del grupo y que de pronto han cambiado totalmente. Nosotros tenemos varios chicos que han estado presos por distintas circunstancias. Y de pronto uno nota cómo se van incorporando, cómo después en la medida en que boxean la gente del pueblo los va conociendo. Entonces lo que va sucediendo es una reinserción social muy importante. Esto es lo que tiene de maravilloso de verlo. Muchísimos vuelven a caer y otros tantos desaparecen, pero muchos han zafado de la vida, han conseguido un trabajo y han logrado sostenerlo. Porque en realidad lo que aprenden en el gimnasio es la noción del esfuerzo, algo que en los últimos 20 años la sociedad argentina se ha olvidado de lo qué es. Y ahí adentro, si ellos no ponen su esfuerzo, cuando se suben a un ring después le van a pegar. Entonces saben que deben entrenar y que eso lleva un tiempo”, añadió Ferrairo.
La presidente de la Comisión Municipal de Boxeo de 9 de julio se emociona cuando cuenta que en los últimos años, por lo menos una vez al mes, hacen una reunión para festejar los cumpleaños de ese mes. Y en muchos casos de los chicos que cumplían años era la primera vez en la vida que alguien se los festejaba y que tenían una torta. “Estos son los valores que brinda el lugar. Porque estos chicos no van a entrar a un gimnasio común porque están discriminados desde ellos mismos. Y porque realmente muchos no los mirarían bien. En cambio, en un gimnasio de boxeo la cosa es distinta, ya que generalmente se les acercan más los chicos que más carencias tienen”, agregó Tinetti.
La escuela no tiene ningún tipo de apoyo municipal ni privado. Los últimos dos pares de guantes que pudieron comprar fue gracias a una rifa que realizaron en un evento de boxeo. Los chicos hasta se han llegado a lastimar porque los guantes estaban viejos. “Nunca me interesó buscar ayuda política porque después tengo que depender de los políticos. El 31 de abril de 1981 saqué a dos campeones argentinos en la Federación Argentina de Boxeo, Roberto rocky Defooz y Jorge Pastor. Cuando regresamos a 9 de julio, a los dos días nos comunicaron que teníamos que representar a la Argentina en un torneo en Brasil. Entonces me llamó el intendente diciéndome que quería colaborar. Me ofreció pagarme el viaje a Brasil para que acompañara a los dos boxeadores. Yo niego el favor porque no me correspondía, pero le comento que lo único que quería era que me dieran implementos para el gimnasio. Y lo que sucedió fue que no fui a Brasil ni jamás me brindaron algún implemento”, indicó Ferrairo.
Hace ya 50 años que Néstor Ferrairo fundó la Escuela de Boxeo Manuel Tejeira, lugar por el cual pasaron muchos boxeadores. Hasta el mítico boxeador Víctor Galíndez, quien obtuvo dos veces el título mundial de peso mediopesado en 1974 y 1979, entrenó en su gimnasio en 1961. Actualmente, 40 personas, entre hombres y mujeres, se ejercitan en este sitio ya histórico de la ciudad de 9 de Julio.