jueves, 23 de agosto de 2012

A 200 años del Éxodo Jujeño


El 23 de agosto de 1812, hace exactamente 200 años, ocurrió el Éxodo Jujeño, bajo el mando del General Manuel Belgrano.

El episidio ocurrió a raíz de que el general en jefe, José Manuel de Goyeneche, luego de haber dominado en mayo de 1812 a los rebeldes de Cochabamba, se dispuso a ocupar las provincias "arribeñas" de la actual Argentina. Encargó esa misión a su primo Pío Tristán, quien el primero de agosto inició la campaña al mando de 2.000 soldados de infantería y 1.200 de caballería, con una artillería de 10 cañones.

Belgrano, al recibir la noticia de esa ofensiva, se dio cuenta de que resistir desde Jujuy era una empresa azarosa. Ideó entonces la estrategia de no dejar nada que pudiese aprovechar el enemigo. Por medio de un tremendo bando, publicado el 29 de julio, exhortó al pueblo: "Desde que puse el pie en vuestro suelo para hacerme cargo de vuestra defensa, en que se halla interesado el Excelentísimo Gobierno de las Provincias Unidas de la República del Río de la Plata, os he hablado con verdad. Siguiendo con ella os manifiesto que las armas de Abascal al mando de Goyeneche se acercan a Suipacha; y lo peor es que son llamados por los desnaturalizados que viven entre vosotros y que no pierden arbitrios para que nuestros sagrados derechos de libertad, propiedad y seguridad sean ultrajados y volváis a la esclavitud.

"Llegó pues la época en que manifestéis vuestro heroísmo y de que vengáis a reunirnos al Ejército de mi mando, si como aseguráis queréis ser libres, trayéndonos las armas de chispa, blanca y municiones que tengáis o podáis adquirir, y dando parte a la Justicia de los que las tuvieron y permanecieren indiferentes a vista del riesgo que os amenaza de perder no sólo vuestros derechos, sino las propiedades que tenéis.

"Hacendados: apresuraos a sacar vuestro ganado vacuno, caballares, mulares y lanares que haya en vuestras estancias, y al mismo tiempo vuestros charquis hacia el Tucumán, sin darme lugar a que tome providencias que os sean dolorosas, declarandóos además si no lo hicieseis traidores a la patria.

"Labradores: asegurad vuestras cosechas extrayéndolas para dicho punto, en la inteligencia de que no haciéndolo incurriréis en igual desgracia que aquellos.

"Comerciantes: no perdáis un momento en enfardelar vuestros efectos y remitirlos, e igualmente cuantos hubiere en vuestro poder de ajena pertenencia, pues no ejecutándolo sufriréis las penas que aquellos, y además serán quemados los efectos que se hallaren, sean en poder de quien fuere, y a quien pertenezcan.

"Entended todos que al que se encontrare fuera de las guardias avanzadas del ejército en todos los puntos en que las hay, o que intente pasar sin mi pasaporte será pasado por las armas inmediatamente, sin forma alguna de proceso. Que igual pena sufrirá aquel que por sus conversaciones o por hechos atentase contra la causa sagrada de la Patria, sea de la clase, estado o condición que fuese. Que los que inspirasen desaliento estén revestidos del carácter que estuviesen serán igualmente pasados por las armas con sólo lo deposición de dos testigos.

"Que serán tenidos por traidores a la patria todos los que a mi primera orden no estuvieran prontos a marchar y no lo efectúen con la mayor escrupulosidad, sean de la clase y condición que fuesen.

"No espero que haya uno solo que me dé lugar para poner en ejecución las referidas penas, pues los verdaderos hijos de la patria me prometo que se empeñarán en ayudarme, como amantes de tan digna madre, y los desnaturalizados obedecerán ciegamente y ocultarán sus inicuas intensiones. Más, si así no fuese, sabed que se acabaron las consideraciones de cualquier especie que sean, y que nada será bastante para que deje de cumplir cuanto dejo dispuesto."

Finalmente, el 23 de agosto de 1812 una inmensa columna de hombres, mujeres y niños, con sus pertenencias cargadas sobre los hombros o en carretas, y entre la polvareda del arreo de caballos, mulares y vacunos, empezó a marchar detrás de las tropas.

Esa enorme masa de población pasó por Salta, donde muchos otros se le unieron, para arribar en última instancia a Tucumán. Allí, Belgrano resolvió presentar batalla a los realistas, derrotándolos el 24 de septiembre. Meses después, el 20 de febrero de 1813, volvió a vencerlos en Salta.

Recién dos días después de la victoria de Salta, la capital jujeña dejó de estar bajo el poder de los realistas y se restableció el gobierno criollo. En el libro del Cabildo, de su puño y letra, Belgrano escribió: "Aquí concluye el Cabildo establecido por la Tiranía que fue repulsada, arrojada, aniquilada y destruida con la célebre y memorable victoria que obtuvieron las armas de la patria el 20 de febrero de 1813, siendo el primer soldado de ellas: Manuel Belgrano".